Por Horacio Marmurek para #RP133. En diciembre de 2019 un artículo del sitio Deadline daba cuenta de la lista de programas, shows, especiales y películas de Navidad que se emitirían en la tv de Estados Unidos ese año. El número era sorprendente: 312 producciones. O no. Después de todo, la decoración que pusimos en nuestros hogares, la comida y la parafernalia habitual, tienen más que ver con el hemisferio norte y su frío. No es la idea hablar de modelos de cultura, peleas de localismos ni nada por el estilo. Más bien todo lo contrario.
La Argentina no suele tener tradición navideña en su filmografía. Si pensamos en una película local sobre esa época del año, muchos mencionarían Felicidades de Lucho Bender. Un hecho distinto en la nuestra cinematografía, una rareza exitosa que nadie intentó repetir. La Argentina tiene la particularidad de bajar su consumo audiovisual a fin de año, hecho comprobado por las distribuidoras del cine que por única vez suspenden sus estrenos en el país aunque sigan su calendario habitual en el resto del mundo. Salvo que el estreno en cuestión tenga la capacidad de copar la mayor cantidad de pantallas disponibles posibles, como la última Star Wars: Episodio IX. El ascenso de Skywalker.
2019 también fue el año del debate en las redes sociales sobre ese dato. Avengers Endgame se estrenó en el 85% de las salas y por un par de semanas había que rastrear algún cine que no diera nada más que una película de superhéroes.
Fue también el segundo año en el que una película realizada por una empresa de OTT tuvo como objetivo ganar premios y prestigio valiéndose del talento y la realización de Martin Scorsese y su El irlandés. Recordemos que en 2018 Roma, de Alfonso Cuarón, tuvo proyecciones reducidas en el Malba y unas pocas salas más. En 2019 tan solo 48 salas de todo el país, y una sola en Capital, fueron las que se animaron a proyectar la épica película de tres horas y media que atraviesa la historia de los Estados Unidos de las décadas del 50, 60, 70 y que tiene a De Niro, Pacino y Joe Pesci como protagonistas. La película es fantástica, pero no es este el espacio para hacer crítica de cine. Sí es el lugar para pensar que una película de tamaña duración solo puede ser vista de una sola vez en una sala de cine. Netflix, quien produce el film como lo hizo con Roma, apuesta a hacer un cine que no se puede ver en los cines. Esa paradoja habla del tiempo en que vivimos.
Los que tienen más de 50 años recordarán la pelea entre Betamax y VHS, una disputa de formatos analógicos para reproducir imágenes. Los que tenemos un poco más de 40 sabemos que, además del CD, existió el minidisc, el laserdisc y el Dat. Otras formas de escuchar y reproducir música. La convivencia de distintas normas a la hora de reproducir música, cine o televisión ha sido una constante durante los últimos cuarenta años en la industria del entretenimiento, hasta que una de ellas se hace con la mayor parte del mercado y deja obsoleta a la otra. ¿Esto indicaría que el streaming va a dejar obsoleto al cine? No. A lo sumo será una difícil y particular convivencia.
Algo seguro es que los servicios de streaming finalmente serán protagonistas en 2020. Verdaderos globalizadores que apuntan a llevar a la habitación de tu casa los rincones más lejanos del planeta en formato de producción. La estrategia global de Netflix nos ha permitido acceder a ficciones hechas en lugares exóticos como Corea, India y Turquía, pero también de buena parte de Europa, como Polonia, Finlandia, Suecia y Rusia, además de producciones de Colombia, Brasil y de nuestro país. Todas conviven en la misma pantalla global y, salvo alguna cuestión de derechos, son ofrecidas al mismo tiempo por el sistema.
Las otras empresas de streaming que empiezan a jugar no tienen aún esa estrategia. Disney apuesta a sus nombre fuertes, Apple a su prestigio, Warner, a que es HBO. Por su parte, Amazon, que ya se puede pagar en pesos en la Argentina, ha lanzado una campaña en vía publica y medios, sin apostar por lo global. Hace dieciséis años se estrenaba en HBO Latinoamérica Epitafios, un producto Polka con Julio Chávez como un policía detrás de un asesino en serie. Ese puntapié inicial en la región dio paso a una seguidilla de programas de ficción, especiales y demás, que daban sabor local y de prestigio a la cadena. Este 2020 HBO promete consolidarse en España. Para eso ha presentado dos ficciones enteramente realizadas en tierra castellana: una dirigida por Isabel Coixet, Foodie Love, y la adaptación de la monumental y más que recomendable novela de Fernando Aramburu, Patria.
España es una plaza de producción interesante porque ha sido la que más creció en los últimos dos años; con La casa de papel como punta de lanza, entre las otras ficciones producidas en el país con más espectadores en todo el mundo están Velvet, Vis a vis, Grand Hotel y Las chicas del cable, sin olvidar a la catalana Merlí. Estas series no solo han sido vistas por el público hispanoparlante sino que se han convertido en un éxito en otras partes del mundo.
El caso español es atractivo porque es donde más tardaron los servicios de streaming en desembarcar y a la vez donde más están apostando. Netflix llegó en 2015 mientras que en la Argentina está desde 2011. HBO está presente en nuestro país desde 1993, y recién desembarcó en España en 2016. Ted Sarandos, director de Contenidos de Netflix, explica que en 2016 desembarcar en España era tan caro para la empresa como llegar a toda Latinoamérica junta. O sea que fuimos la caja que le permitió el acceso y la posibilidad de conseguir alguna de sus ficciones más exitosas.
Para Amazon la apuesta es parecida en términos de buscar localía en su pelea por ser reconocida en el panorama de los servicios OTT. Produce un cine más cercano al independiente que al mainstream, tiene ficciones exitosas como La maravillosa Sra. Maisel o la multipremiada Fleabag (foto), y a eso le está agregando grandes producciones de corte histórico para el mercado latino. La primera fue una coproducción llamada Hernán, la historia de Cortez, Moctezuma o Malinche, con gran esplendor y mucho presupuesto. De esta manera, está llegando El Mío Cid, la épica castiza más grande, que, prometen, será impactante, fastuosa, costosa y exitosa. A la par de la historia de los libros, Amazon tiene previsto la del fútbol. La serie sobre la vida de Maradona, que ya va para una tercera temporada sin mostrar un solo capítulo, y una sobre el FIFA Gate que ahondará en escándalos vernáculos.
La Argentina se enfrenta a 2020 una vez más con las posibilidades de integrarse al mundo de la industria audiovisual. Las nuevas autoridades del INCAA quieren hacer cumplir la Ley de Cine, revisarla y ponerla al día. Si eso incluye la producción de series como lo fue en el periodo previo al macrismo o una nueva alternativa aún está por verse. Además queda pendiente la posibilidad de armar un esquema impositivo favorable para la producción de audiovisuales extranjeros en el país. Una promoción industrial que verdaderamente cruce fronteras. Mientras aquí esperamos novedades en el frente de la producción audiovisual, en Estados Unidos las fusiones entre empresas siguen creciendo. CBS y Viacom acaban de unirse conformando un nuevo gigante de los medios con resonancias globales. Luego de la fusión, la empresa tiene un valor de mercado cercano a los 26.000 millones de dólares, menor a la de sus rivales Disney (274.000 millones) y Comcast Warner (197.000 millones). Pero aún queda mucho material dando vuelta por comprar. Las futuras adquisiciones podrían ser Discovery Communications, Lionsgate, Sony Pictures y/o Starz Entertainment.
El mar del mundo del entretenimiento se empieza a quedar sin peces pequeños para comer, y los medianos están en riesgo de extinción. La Argentina puede ser una pecera donde sobrevivan los locales o asumir por fin que el agua no tiene barreras y debemos prepararnos para nadar con cuidado o simplemente dejar de existir. Talento no falta y las posibilidades de alianzas estratégicas tampoco. Mientras no entendamos que un mercado chico en una industria global a escala no es lo más beneficioso, corremos el riesgo de hundirnos o terminar flotando boca arriba en la superficie.