Por Carlos Acosta. Un episodio callejero vivido por una ex-publicitaria puso en evidencia la realidad que vivimos, que es pre pandémica y que además excede el mundo de los medios y la publicidad. Vamos al grano.
Quienes transitamos hace algunos años el mundo de la publicidad conocemos a Paula Bernasconi ya que trabajó durante 25 años ocupando posiciones muy importantes en el grupo Ogilvy incluso presidiendo una de sus agencias, hasta hace 3 años que renunció. El pasado lunes fue filmada por un ocasional transeúnte cruzando una calle junto a su perro. En un momento, en una actitud difícil de comprender, le tiro tres coscorrones al animal, un labrador de gran porte, pero sin impactarlo. Esta actitud cuestionable a “prima facie” se viralizó y terminó en un escrache hacia Paula.
No fue periodística la fuente de esta “noticia”, sino alguien que vió, filmó y posteó. El tema llegó a los medios masivos y a las redes pero con una metodología distinta a la del periodismo ¿Qué hace un buen periodista frente a cualquier acontecimiento o denuncia? Verifica – chequea fuentes – contextualiza, y busca testimonios (fundamentalmente la del protagonista, si es posible), luego cuenta, analiza y opina. La lógica de las redes y sobre todo la del escrache, no.
Paula, que quienes la conocen dieron fe ante mi consulta de su muy buena relación con los animales, y es reconocida por practicar equitación, fue calificada de la peor manera en ese tráfico de odio y resentimiento en la que muchas veces se convierten las redes sociales. Y muchos medios se suman amplificando de manera irresponsable.
No es serio que un posteo que se viraliza en esos términos termine conformando la agenda mediática. Si estamos a expensas de las opiniones de Nacho Viale, la China Suarez o Leo Montero (que la llegó a catalogar en su programa de TV como basura humana) más otros mediáticos que participaron activamente en la difusión de este episodio, nos encaminaremos a una sociedad poco constructiva. En un país en donde los femicidios se multiplican (hubo 143 femicidios en lo que va del año) y la pobreza infantil amenaza con llegar al 50%, que estos temas ocupen nuestra agenda estaría indicando claramente que estamos retrocediendo como sociedad en demasiados aspectos.
Las redes han aportado un contrapoder muy necesario en la visibilización de muchos temas, causas justas, nobles, necesarias y pero también se han convertido en un circo romano donde prevalece la morbosidad. Lo peor de nosotros. Le terminan haciendo a una persona lo mismo de lo que la acusan, la agreden sin derecho a defenderse.
La reacción publicitaria. A pocas horas de que trascendió este episodio Ogilvy Argentina emitió un comunicado en el que manifestaba: “Ante los hechos de público conocimiento, queremos informales a todos que la Sra. Paula Bernasconi no es empleada de Ogilvy desde hace 3 años. Repudiamos categóricamente los hechos captados en video, así como cualquier tipo de maltrato animal”. ¿Era necesario?
Como si fuera poco, la AAP se hace eco de la situación a través de su cuenta oficial de Twitter: “Adjuntamos el mensaje oficial de Nuestra Agencia Socia Ogilvy Argentina. Repudiamos desde la AAP los hechos captados en el video y cualquier maltrato animal”. ¿Ameritaba su participación en este episodio?
Son momentos donde es imprescindible fortalecerse como sector frente al mercado; la Asociación ya ha sufrido la conformación de nuevos grupos insatisfechos por su desempeño, y la espera – según trascendidos – una cantidad importante de juicios que se reactivarán cuando se levante la feria judicial. Finalmente, como venimos afirmando hace ya mucho tiempo, es necesaria una renovación.
Párrafo final para un tema sobre el que estaremos atentos. Se está discutiendo un ante-proyecto de ley sobre la actividad de los influencers. Sería muy importante su regulación, y ahí debe estar el aporte de la actividad publicitaria. En los Estados Unidos las marcas más importantes han tomado cartas en el asunto. Como decía un viejo dicho argentino “el hombre es bueno, pero controlado es mejor”.