Por Carlos Acosta
Cerrando una semana que no deja de confirmar uno de los momentos más dramáticos que vive la Argentina (con un gobierno que se jacta de llevar adelante el ajuste más grande en el mundo y que recae en casi la totalidad de la población) e incluso que obligó a manifestarse a la Conferencia Episcopal Argentina, la publicidad se hizo presente en su peor expresión, de la mano de Philco, una marca argentina perteneciente al grupo Newsan. Bajo el título “Motosierra-Licuadora” la empresa presentó la promo: comprando una motosierra, te podes llevar una licuadora de regalo.
Las marcas son una construcción dinámica. Lleva mucho tiempo construirlas y muy poco destruirlas. En épocas de alto riesgo como la que vivimos, las marcas tratan de fidelizar y de reforzar su vínculo a través de lo que en el último tiempo se denomina “conversación” con el consumidor. Pero, como en cualquier conversación, no se puede decir cualquier cosa. ¿Se puede entrar a un velorio con pitos y matracas tirando papel picado? ¿Se puede ser tan insensible y ofensivo?
Cebado por la exitosa y multipremiada “Promo Noblex Mundial”, el gerente de Philco, antes conocido como el gerente de Noblex, Marcelo Romeo, se confundió mal. No es un guiño a la gente, tampoco audacia. Es crueldad. No se puede estar en las redes a cualquier precio. Y probablemente la marca lo sufra. El repudio a la campaña se vió en las redes, espacios que no se pueden silenciar como los medios en donde pauta Newsan.
Lo que sí llamó la atención es que la campaña haya sido firmada por Don, una agencia que conoce mucho el lado político de la publicidad.
Motosierra y Licuadora no es una promoción. Es una proclama. Hay una clara intención política. Una acción para arrancarle una sonrisa a Milei, a Caputo, a Adorni. Un guiño de Cherñajovsky, que aún goza de los beneficios impositivos en Tierra del Fuego (alrededor 400 millones de dólares) que Milei no toca y tanto necesitan jubilados, salud, educación. Dicen que la motosierra llegó a Newsan despidiendo cerca de mil empleados por “la crisis”. ¿Que harán con la licuadora?