Por Carlos Acosta. No fue Hugo Casares, no fue David Ratto, nunca se sintió del palo, nunca quiso serlo. Fue un gran artista que trabajó de publicitario en una etapa muy difícil para toda la Argentina. Por su sangre corría creatividad que excedía la publicitaria: músico, escritor, productor teatral, gastronómico. No era el único, también formaban parte de esa época Jorge Guinzburg, Carlos Abrevaya, Carlos Trillo, entre muchos otros, pero Schussheim fue un poco más. Llegó a fundar, junto a Fernando Braga Menéndez, una de las agencias más relevantes que tuvieron los 80, con muy buenos clientes y destacados trabajos.
Fue protagonista de uno de los debates más interesantes que tuvo la publicidad en un programa de televisión. Junto a Fernando Vega Olmos discutieron hace 25 años, en Reporte Publicidad, sobre un pedido del levantamiento del aire de un spot que se emitía por Telefé (auspiciante del evento) en el que el Círculo de Creativos Argentinos invitaba a sus asociados a inscribir sus piezas en su Muestra Anual. La escena del spot se desarrollaba en una sala de tortura donde anunciantes aplicaban a un creativo “el submarino” – método de tortura muy utilizado en la ESMA durante la dictadura – para que agrandara el logotipo en un aviso. Su creador era Rodrigo Figueroa Reyes, que comenzaba a aparecer en Casares Grey pidiendo pista sin mirar demasiado para los costados, sin medir mucho las consecuencias.
Mi “chicana” preferida durante mis discusiones políticas durante el kirchnerato con BM, era recordarle que los más inteligente que había hecho en su vida era asociarse con Schussheim. Con Jorge también polemizábamos políticamente, pero teniendo siempre muy en claro que lo hacía frente a un hombre comprometido, culto, y muy creativo. Con un artista de verdad.