Por Carlos Acosta. Las últimas palabras de Manuel Belgrano un 20 de junio de 1820 mantienen intacta su vigencia. El dolor por lo vivido, el día en que Buenos Aires tuvo 3 gobernadores y ninguno, y la desesperanza por un futuro razonable en el momento de su muerte…hoy pueden ser percibidos casi de la misma manera. Dos siglos en la vida de un país pueden ser mucho, pero también casi nada.
Cuando desde niños empezamos a conocer la historia de nuestro país, convivimos con dudas que nunca llegan a disiparse. ¿Por qué siempre nos dominaron las internas? ¿Por qué cuesta lograr un acuerdo, aunque sea chiquitito? ¿Terminaremos con las grietas, que no son lo mismo que diferencias, y que nos persiguen desde antes de Saavedra y Moreno y nos acompañan hasta nuestros días?
Los argentinos estamos frente a otro gran desafio, y por lo que podemos observar a priori, nuevamente sin éxito. Estamos ante la posibilidad de elegir entre dos modelos que ya fracasaron. Casi sin opción. ¿Decepcionante verdad? Un modelo que llegó al gobierno con todo a favor (y con pocas contras) y lo desaprovechó, pensando más en el provecho propio que en el bien común. Se destruyó bastante más que lo que se construyó con la soja a 600 dólares. Doce años en los que se facturó mucho, se distribuyó algo, y terminó mucho peor de cómo empezó: una pobreza superior al 30% e instituciones devaluadas.
Llegó un momento en que una parte importante de los argentinos se hartó y pensó que era momento de cambiar. Y llegó Cambiemos. Las promesas de vivir cada día un poquito mejor se fue transformando en muy poco tiempo, en cada día un poquito peor. Quizás como el botón de la muestra pueda ser el título de los diarios de ayer: la desocupación ya superó el 10%. Esto es mucho más que un dato, es una foto que forma parte de una película de terror y los protagonistas son chicos muy modernos pero cuya mirada no excede Barrio Parque, y su termómetro de sensibilidad social está lejos de mover la aguja.
En síntesis, muchos podrán decir que con Cristina se vivía mejor pero el costo fue alto y la herencia cuantiosa. Otros dirán que a este Gobierno le hace falta tiempo, pero no hay ninguna señal de mejora. Nada más autoritario que pensar que la salida es una sola, y mucho más cuando los resultados no son los mejores. El correctivo Pichetto, llegó un poco tarde.
Sí es cierto que casi un cincuenta por ciento del electorado no quiere votar ni por uno ni por otro, pero la posibilidad de la tercera posición nunca pudo conformarse y esto pone en evidencia que no hay una sola grieta. Hay varias. Lavagna y Massa han desperdiciado una posibilidad histórica. Soberbia y capricho por un lado y voracidad en demasía por otro. La fórmula Lavagna-Urtubey, que llega con atraso, se ha convertido en un premio consuelo de quienes quieren no tragarse el sapo de tener que votar por el pasado ni por el presente. ¿Habrá sorpresa ya que cada vez hay menos votos cautivos?
El país vive un momento muy complicado. La posibilidad de que la política se reuna a consensuar (aunque sea 10 puntos básicos que se conviertan en políticas de Estado) son siempre solo una utopía. Por eso la frase que define esta realidad ya tiene más de dos siglos y la pronunció alguién que hizo mucho y se quedó con poco. Ay,Patria mía. Una vez más deberíamos pedirle perdón a Belgrano y también a la Patria.