Por Pablo Corso. El metaverso está en boca de (casi) todos. El awareness del término trepó del 32% en julio de 2021 a un 74% en marzo de este año, según un reporte especial de la red de agencias Wunderman Thompson (WT). Mientras el Collins Dictionary ubicó “metaverso” como una de las palabras más usadas el año pasado, el sitio Dictionary.com acaba de sumarla a su catálogo. A medida que esa “extensión de nuestras vidas aumentada por la tecnología” se convierte en un vórtice financiero cada vez más poderoso, asoma una pregunta relevante: ¿Es posible crear metaversos para el bien?
La respuesta es sí. Al menos para algunas marcas, al menos en algunas circunstancias. En esta fase de excitación y crecimiento, los universos digitales alternativos -potencialmente infinitos- gozan de la oportunidad dorada de aprovechar el caudal masivo de las redes para traccionar el potencial de compra hacia distintas iniciativas humanitarias.
Y las oportunidades explotaron tras la invasión a Ucrania, cuando Occidente se unió contra la condena a Rusia, a favor de los más vulnerados. Las integrantes del colectivo punk-rock Pussy Riot -opositoras férreas a Vladimir Putin- dieron el puntapié inicial cuando pusieron a la venta un NFT (non-fungible token o “vale no intercambiable”) de la bandera de Ucrania. Recaudaron más de seis millones de euros en tiempo récord. Por la misma causa, Epic Games y XBox destinaron a Naciones Unidas 144 millones de dólares de la tasa recolectada por los artículos vendidos en el entorno Fortnite.
El (otro) Museo de la Memoria
Quizá inspiradas en estos ejemplos, las propias autoridades ucranianas decidieron lanzar al mercado NFTs para conseguir fondos que fortalecieran la resistencia. Los 54 coleccionables de Meta History: Museum of War (foto) son piezas informativas que iteran sobre la línea de tiempo del conflicto, cada una acompañada por la ilustración de un artista. La misión es “preservar la memoria de los eventos reales a cada momento” y “difundir información verídica en la comunidad digital”.
Cada una se cotiza a 0,15 ETHs, el equivalente a 400 dólares. Las ganancias -USD 722 ml hasta ahora- se destinarán tanto a militares como a civiles, adelantó Mykhailo Fedorov, ministro ucraniano de Transformación Digital (!).
Desde una corrección política que prefiere evitar términos como “guerra” o “invasión”, otro proyecto craneado durante el conflicto concitó la atención global. Nueve ONGs (entre ellas Amnistía Internacional, Médicos del Mundo y Oxfam Intermón) y dos start ups (Colección NFT y Goldenrealm) se unieron al diseñador español Javier Mariscal para diseñar un “criptomecenazgo solidario” con foco en quienes más sufren por la crisis. “Siempre he sentido que los países del Este, los que estuvieron detrás del «Telón de Acero» bajo la influencia de la antigua URSS, eran lejanos y no tenían nada que ver con el mundo occidental”, reconoció el artista. “Pero lo que les pasa a ellos nos está pasando a nosotros”. Mariscal creó escenas que muestran el caos y el horror, con algunos fulgores de esperanza, que luego donó para subastar como mil NFTs en Uttopion, el primer metaverso español. La recaudación esperada ronda el millón de euros.
Pandemia y desigualdad
El impacto de estas iniciativas es inspirador: queda claro que el metaverso puede ser un lugar para actuar y apoyar causas nobles desde cualquier rincón del planeta. En aquel estudio de WT, el 53% de los encuestados respondió que el metaverso puede unir a las personas, y el 52% que tiene el potencial para ser aun más inclusivo que el mundo offline.
Con los dos pies sobre la coyuntura, la filial brasileña de Pfizer aportó lo suyo durante la pandemia, al crear una misión en el entorno de Grand Theft Auto que alentaba a los jugadores a vacunarse. Una vez completada, sus avatares recibían una insignia azul que indicaba su status de protección antiviral, complementado con un hashtag donde podían subirse selfies tras inocularse en el mundo físico.
Bajo el paraguas de la criptomoneda más popular, Built with Bitcoin también vende NFTs para recaudar fondos destinados a proveer agua limpia, construir escuelas y armar programas de agroecología en África, Asia y América Latina, gracias a una colección que se nutre de trabajos artísticos surgidos al interior de las comunidades beneficiadas. “Bitcoin ha sido una fuerza para el bien, trayendo libertad económica para billones de personas en todo el mundo”, celebró Jamil Dhanani, fundador del marketplace STXNFT. “Así lo demuestran estos proyectos, que cortan camino a través del hype [despliegue publicitario] para desarrollar causas con significado”.
El planeta de los simios
Por esa misma línea transita Kindergarten BabyApes, un catálogo de 10 mil “hijos” del fenómeno metaversiano Bored Ape, cuya oferta pública alcanzó el sold out en apenas ocho horas. También se plantea financiar escuelas en el Tercer Mundo. Con un argumento algo meloso, pero no por eso menos verdadero (los chicos son el futuro y necesitamos hacer cosas buenas por ellos), la colaboración con la ONG BuildOn ya se cristalizó en dos escuelas en América Central, mientras va por cinco más. La propuesta -todo sea dicho- también apunta a la recompensa individual. Los compradores de los simios de facciones trazadas a mano se hicieron con sus derechos de uso artístico y recibieron terrenos en el metaverso del videojuego Sandbox, al tiempo que siguen atentos la cotización de unos ítems que, como sus antecesores, tienen altísimas chances de dispararse a niveles estratosféricos en el corto plazo.
Aunque el escenario sigue siendo lábil (ayer nomás las cripto vivieron una jornada para el olvido), algunas conclusiones parecen sólidas. Las marcas están probando que su éxito puede ir más allá del mero entretenimiento, para también generar beneficios concretos en el mundo físico, recuerda WT. La flexibilidad y la velocidad del nuevo mundo les permite potenciar las causas sociales como nunca antes, dándoles el poder de transformar el metaverso -al que muchos venían criticando por snob, elitista o naif- en una fuerza concreta, poderosa e inesperada a favor de una sociedad mejor.