Juan Ruocco (Buenos Aires, 1987) es escritor y periodista. Estudió filosofía y colaboró en medios como Nueva Sociedad, Página/12 y Cenital. Junto a Pablo Wasserman conduce en YouTube el programa Círculo vicioso, donde abordan temas tan disímiles como el Bitcoin, la idiosincracia latinoamericana y las cartas de Magic. Su nuevo libro ¿La democracia en peligro? (Paidós) busca explicar «cómo los memes y otros discursos marginales de internet se apropiaron del debate público».
Potenciados al calor de la nueva derecha que entronizó a Donald Trump, los memes se originan en páginas subterráneas pero masivas, foros que dieron lugar a algunos de los movimientos más infames de la época: a veces conspiracionistas, a veces antiderechos. Esos sitios -con 4chan a la cabeza- crean comunidad desde un set de características puntuales: son anónimos, con posteos temporales y políticas de moderación muy laxas.
¿Cómo definirías a la cultura memética, dentro y fuera de la Argentina?
Creo que la cultura memética es un emergente de la cultura digital, que llegó para quedarse. En la Argentina está en pleno auge. Y se está viendo la potencia que tiene para irrumpir en la arena pública. Ya no solo es una herramienta de la comunicación digital, sino una herramienta política establecida.
¿Qué dice de nuestra sociedad que un fenómeno marginal se haya vuelto una forma de comunicación masiva?
Las corrientes mundiales moldean nuestras condiciones de posibilidad; no somos la aldea gala de Astérix. Por otro lado, todos los movimientos culturales exitosos siguieron el mismo recorrido desde la periferia al centro. Creer que los memes son solo para marginados es un error; ya lo usan tipos como Elon Musk. Creo que en la gran subestimación del formato reside parte de su poder, que radica en su capacidad de contagiar y adaptarse.
El meme actúa como un parásito y su poder infeccioso es suficiente para invadir un cerebro humano más allá de la volición del sujeto. Al igual que los virus, su única misión es reproducirse.
El meme como artefacto comunicativo
Ruocco define al meme como «un ítem digital que transporta sentidos construidos de forma colectiva por una o varias comunidades, que lo utilizan para hablar de sí mismas y del mundo». Está sometido a una «presión selectiva» motorizada por las redes sociales, donde compite por la memoria y la atención. «Actúa como un parásito y su poder infeccioso es suficiente para invadir un cerebro humano más allá de la volición del sujeto -advierte Ruocco-. Al igual que los virus, la única misión del meme es reproducirse».
En el libro planteás que «la importancia que hoy detentan los memes en la cultura digital se vincula a su capacidad para funcionar como excelentes vehículos para la transmisión de ideas, e incluso relatos complejos, si son manejados con la capacidad necesaria». ¿Se te ocurre algún ejemplo?
Las teorías conspirativas son un buen ejemplo. En general no son solo argumentos escépticos, sino que vienen adosadas una serie de explicaciones que justifican esas posturas. Pienso en la teoría del gran reemplazo [según la cual la población blanca cristiana está siendo sistemáticamente reemplazada por la inmigración masiva], en el terraplanismo y en las teorías acerca de, por ejemplo, la construcción de las pirámides de Egipto por extraterrestres.
¿Y qué problemas presentan los memes a la hora de intentar comprender esos mismos (u otros) fenómenos complejos?
Los memes funcionan como índices, o como superficies de icebergs, por usar una analogía. Pero la capacidad de seguir ese índice y buscar la información a la que apunta (ir más profundo en el iceberg) depende de la voluntad de cada persona y no de algo inherente a los memes. En ese sentido, son potenciales portadores de complejidad.
¿Cuán responsables son de haber resucitado (o relegitimado) ideas como el nacionalsocialismo, el eco-fascismo o el terrorismo de ultraderecha?
Bastante. Si bien nunca fueron ideas completamente perimidas, su actualidad reside en la capacidad de acoplarse a la cultura memética y haber encontrado un nuevo vector para su propagación.
¿Cuánta adherencia tienen las teorías conspirativas en la vida online en nuestro país?
Debería hacerse algún tipo de estudio de opinión, pero en líneas generales y si nos dejamos guiar por comentarios en redes sociales, podemos ver que el porcentaje es alto. Creo que la primera más o menos exitosa y «posmoderna» fue el terraplanismo, que encontró su variante más radical en el movimiento antivacunas durante la pandemia de covid. Ahí se pudo ver que existían bastantes representantes de esta idea, e incluso quienes sacaron provecho de ella a nivel comunicacional.
Perspectivas de la post-ironía
«Los memes son parte esencial de la cultura irónica y postirónica en la que está inmerso el lenguaje de internet», escribió el autor en el sitio Nueva Sociedad. «Mientras que la ironía puede ser tomada como un comentario en cierto modo de desprecio hacia la realidad, la postironía se burla de la ironía por cuanto quien utiliza esta última pareciera querer demostrar que está todo el tiempo parado en el ‘lugar correcto'».
Milei, entre muchos otros factores, representa una reacción a la cultura progresista de los últimos años. En especial dentro del núcleo duro que empezó a militarlo en plataformas digitales, la cultura antiprogresista o woke fue un factor clave.
¿La postironía y las críticas a la cultura woke [las ideas progresistas percibidas como demasiado susceptibles o agresivas desde algunos sectores] permearon en los votantes de Milei?
Al menos en un sector importante, sí. Milei, entre muchos otros factores, representa una reacción a la cultura progresista de los últimos años. En especial dentro del núcleo duro que empezó a militarlo en plataformas digitales, la cultura antiprogresista o woke fue un factor clave.
También planteás que cada cluster de memes crea redes que constituyen formaciones mayores, los memeplex, que dan pie a religiones e ideologías en la web. ¿Qué futuro imaginás para esas formaciones?
Creo que se van a volver cada vez más relevantes a medida que pase el tiempo y que internet se vuelva cada vez más determinante en la vida de las personas.
¿La democracia está en peligro? ¿Cuán culpable es internet?
No, aunque existen tendencias nuevas de corte antidemocrático e internet es responsable de vectorizarlas de una forma muy efectiva. Pero esas ideas son preexistentes y ya han tenido un amplio espectro de apoyo en el siglo pasado.