Periodista, editor, escritor, empresario y fundamentalmente un pensador apasionado y en ejercicio permanente en esta época tan convulsionada para la Argentina y el mundo.
Los nuevos escenarios, el rol del periodismo y los medios, la tecnología, el éxito y otros temas reflexionados en profundidad como nos tiene acostumbrados en sus reportajes y sus comentadas contratapas en Perfil. Compartimos los aspectos centrales de un interesante reportaje publicado en RP #133 por Carlos Acosta y Majo Acosta. PH Mariana Roveda
¿Estamos frente a una nueva etapa, una nueva época? Una de las características de la Argentina de las últimas décadas es que cada gobierno viene a decir que empieza una nueva época, ¿no? Pero se van y esa época nunca comenzó. Decir que es una nueva época es parte del narcisismo del gobernante que llega. Narcisismo que si no tuviese, no habría podido nunca llegar a ser presidente. Ahora, de la misma forma que la historia nos hace pensar que hay buenos motivos para desconfiar de que nunca comenzamos una nueva época, también vale la lógica de la fábula del pastor y el lobo. Lo que sí creo es que la Argentina y en general Latinoamérica van a ser este siglo la Asia de la segunda mitad del siglo pasado. El lugar en el que se va a producir un salto de desarrollo en el que en una generación va a pasar a ser casi desarrollada. Ahora, si eso va a suceder ahora o en 2040, no lo sé. Y no es un tema de fe. La lógica es que la natalidad deja de crecer en el año 2050, nos vamos a estabilizar en un poquito menos de 10 mil millones de habitantes.
A partir de allí cada crecimiento del producto bruto nominal va a ser crecimiento del producto bruto per cápita. La lógica es que la diferencia entre los países en vías de desarrollo y desarrollados se va a tener que ir reduciendo; como decía Adam Smith, no es por el altruismo del panadero que tenemos pan cada mañana sino por su egoísmo; eso no va a suceder por el altruismo de los países desarrollados sino por el egoísmo. O sea, para convertirnos en mercado. Y me parece que los dos lugares donde queda producir ese gap de desarrollo son África y Sudamérica. Por lo que me hace suponer que hay condiciones para que se produzca primero en Sudamérica que en África. Ahora esto, que es del orden de la geopolítica, para una persona que no tiene trabajo y que sufre las vicisitudes de todos los días, puede ser onanismo intelectual.
Lo que sucede hoy en Chile, en Bolivia, en Colombia, por izquierda, por derecha, de alguna manera estaría indicando que nos estamos acercando rápidamente a un momento de cambios importantes, ¿no? Sí, pero estos movimientos no se han dado solamente en América Latina. Están los chalecos amarillos en Francia. En Hong Kong las protestas no amainan y sigue siendo además mucho más peligroso protestar en Hong Kong que hacerlo en Bogotá o en Santiago de Chile. A partir de 2008, con la crisis de las hipotecas, en varios países desarrollados hubo muchos movimientos que también carecían de líderes y venían de abajo hacia arriba. Yo ahí apelaría a Freud cuando escribe Malestar en la cultura, me parece que hay un malestar. El nivel de vida de las clases medias de los países desarrollados se ha estancado. Un empleado de clase media de Europa o de Estados Unidos hoy vive peor que su padre. Y esto no había sucedido en los países desarrollados durante la mayor parte del siglo XX. El sueño de progreso en los países desarrollados se detuvo. Uno podría decir que lo que hubo fueron retrocesos.
En América Latina, a diferencia de Francia, de Inglaterra, de Estados Unidos, los problemas son mayores, porque ni siquiera se alcanzó el desarrollo. Entonces, las expectativas de la sociedad no se están cumpliendo. Ese malestar tiene una explicación. En el caso específico de América Latina hay un elemento que se agrega: el ciclo de las commodities con precios altos de hace diez o quince años produjo un mejoramiento económico en toda América Latina, gobierne Chávez o gobierne Uribe, gobierne la derecha o gobierne la izquierda, y que no se pudo sostener porque los precios de las commodities bajaron. Yo creo que de las tensiones surge la síntesis. Es decir, no me parece que estos síntomas no puedan también ser auspiciosos. No necesariamente son una señal patológica.
¿Cómo es el rol de los medios en esos escenarios? ¿Están a la altura de las circunstancias? Freud decía que había tres profesiones imposibles: ser padre, educar y gobernar. Uno nunca está a la altura de la responsabilidad de darles vida a otros, de educar a otros y de decidir por otros. Los medios, casualmente, cumplen una función didáctica. Entonces no, nunca, nunca estuvieron a la altura. Pero yo prefiero una sociedad con medios que sin medios, así como prefiero una sociedad con educadores, con padres y con gobernantes, aunque ninguno esté a la altura.
Creo que los medios son parte de un contexto, y por lo tanto son también responsables del fracaso social en el cual todos los actores estamos involucrados. Pero es una tarea maravillosa. No hay mejor lugar que un reportaje como este para decir que en realidad la creatividad no surge de la felicidad. Casualmente la creatividad requiere un cierto grado de desafío que el malestar produce. La vida requiere de un grado de desafío un poco superior de las fuerzas. Porque si es muy superior te anula, y si es muy inferior a las fuerzas que uno tiene, te aburre. Entonces, el desafío siempre a uno lo tiene que incomodar en un grado de dificultad que, ejercitando la creatividad, uno pueda resolverlo. En la felicidad, la creatividad disminuye. Yo no creo que la felicidad sea el fin de la vida. Soy más kantiano en ese sentido, más estoico. Me parece que un poco de incomodidad nos mejora.
¿Crees que fracasó la propuesta de Corea del Centro? Volviendo al tema de los medios, vamos a necesitar periodismo e intelectuales que dejen de ser militantes. Yo pienso que no fracasó. Primero creo que el periodismo es Corea del Centro. Debe serlo. Lo otro no es periodismo. Lo que se aleje de eso, son grados de imperfección de lo que tiene que ser la norma, ¿no? Uno podría extrapolar esta posición a un problema que es la grieta en la Argentina y plantear una posición de una tercera vía, que yo defendí mucho, y creo que no fracasó. Porque no importa si Lavagna obtuvo menos del 10% de los votos. La idea de que hay que terminar con la grieta germinó. Y germinó en los dos bordes. Que luego -no voy a ser ingenuo- haya una diferencia entre el discurso y los hechos… pero por lo menos el discurso hoy lo tienen que asumir todos. El pedido de acuerdo, de tolerancia, de pactos, de comprensión del otro, hoy incluye a los dos partidos políticos mayoritarios. El tema se instaló. Tiene que haber diferencias para que una democracia funcione, pero el grado de antagonismo se tiene que reducir. Esa idea fuerza la llevamos adelante en una proporción importante nosotros, yo me siento satisfecho con eso. Que luego va a ser el Caballo de Troya de otra cosa… bueno, la historia lo dirá, pero las batallas primero tienen que ser culturales.
Como responsable de un grupo comunicacional como Perfil, ¿cuáles son tus mayores preocupaciones frente a la nueva gestión? Hace diez años que la economía argentina está estancada y en la mayoría de esos años hubo recesión. Es muy difícil que a una organización le vaya bien y a todo su contexto le vaya mal. Por lo que creo que a las organizaciones de comunicación le tocan los mismos problemas que a los que fabrican cualquier otro tipo de producto. La Argentina tiene una economía que no crece, que genera desesperanza, y nadie puede en un contexto de reducción continua de mercado estar bien sostenidamente. Entonces la primera preocupación es del orden general. Yo insisto que es un error atacar el problema de la inflación con gradualismo. Creo que fue un error de Macri y espero que no sea un error de Alberto Fernández. Llevamos muchos años de padecer una inflación crónica que se ha convertido en una inercia, como cualquier patología que se mantiene durante cierto tiempo. Pero me parece que habría que mirar casos que sí funcionaron (como el Plan Real en Brasil) y preguntarse si la situación ha llegado a un límite tal que es necesario un plan antiinflacionario no gradual. Yo creo que sí lo es. Y ojalá este gobierno lo lleve adelante.
El tema de la monetización es clave para los medios. Fundamental. Hay estadísticas que muestran que la publicidad sobreactúa el producto bruto. No solo en la Argentina, en Estados Unidos, en todas partes. Si el producto bruto cae 3%, la publicidad cae 15 o 20. Si el producto bruto sube 3, la publicidad sube 10 o 15. Entonces lo primero de lo que tendríamos que preocuparnos es de que a la macro le vaya bien. No hay forma de que a organizaciones dedicadas a la publicidad les vaya bien si a la economía le va mal. Y casi te diría lo opuesto, no hay forma de que le vaya mal si a la economía le va bien. Respecto de los medios, en particular los cambios tecnológicos son una gran oportunidad. El tema es no amilanarse frente al desafío, no sobreestimar tampoco la importancia que tienen los cambios, no ponerse melancólico, que es algo que todos los creativos sufrimos. Los medios de comunicación, como cualquier otra actividad, tienen un grado de amenaza por los cambios tecnológicos. De cómo se elabore esta amenaza depende que pueda convertirse en algo positivo. Como en el judo, uno usa la fuerza del otro. Yo estoy más preocupado sobre lo que no podemos controlar desde los medios, que es la macroeconomía, que sobre lo que podemos controlar.
Se ha dado un cambio en los medios a raíz de las lógicas digitales de ir atrás de las audiencias, buscando clics, buscando likes. Y eso ha afectado muchísimo la tarea del periodismo, que a veces se confunde con entretenimiento. Yo pienso que cada plataforma tiene ventajas competitivas para determinado tipo de contenidos. Contenidos que antes eran para una plataforma migran a otra, cuando aparece una que es más eficiente para ese tipo de contenidos. Pero no hay ninguna plataforma que sola sea eficiente para todo. Por ejemplo, en decoración, en moda, es mejor la imagen detenida que la imagen en movimiento. Internet tiene muchas ventajas competitivas, y resulta más eficiente que muchos de los anteriores en muchas de las temáticas. Pero no en todas. Digo, los libros son un ejemplo. Los libros digitales no logran superar ni dejar obsoletos a los libros en papel. La gente establece una relación con el papel directamente proporcional al tiempo disponible. Lee papel cuando tiene más tiempo. Compra un libro por año cuando se va de vacaciones. Lee diario los fines de semana. El papel es la plataforma adecuada para contenidos largos, profundos. La audiencia compra el doble de diarios los sábados y domingos. Hoy el 80% de la publicidad está sábado y domingo. La radio, que tantas veces se la dio por muerta, es el medio que más ha aumentado la cantidad de segundos de atención por día. La cantidad de medios que aparecen es infinito, pero el tiempo es finito. Los segundos de atención a cada medio se canibalizan. El único que ganó es la radio. El único medio que permite poder seguirla, consumirla, mientras hacemos otra actividad.
Sobre la televisión, es muy divertido el análisis de cómo los pronósticos siempre son equivocados. Se decía en el año 2000 que el cable iba a matar a la televisión de aire. Hoy es al revés. La gente va a pagar por algunas OTT, está dispuesta a no gastar más de 20 dólares por mes, entonces va a tener Netflix, alguna OTT de deportes y entretenimientos como Disney, y alguna más, y después va a ver televisión de aire. Para la televisión en vivo queda todo lo que no se puede programar. Uno ve las proyecciones de la publicidad en televisión en Estados Unidos para los próximos diez años y la televisión se mantiene inalterable. La cantidad de publicidad por minuto, de atención de la gente, va a crecer, no a decrecer. O sea, vienen buenos momentos para la publicidad. Claro que momentos diferentes de lo que era la publicidad a la que nosotros estábamos acostumbrados. Entonces hay que ver el ecosistema como una homeostasis donde todo se transforma. Trece años después de la aparición de los teléfonos inteligentes, siguen siendo NBC, Universal, y Chromecast, AT&T, Warner Turner, Times, VIACOM, CBS, Fox News Corporation, Wall Street Journal, los diarios ingleses y la SkyTV de cable, y Disney ABC las mayores empresas de comunicación en el mundo, y son todas multimedio. Todas las productoras de contenidos son empresas multimedio donde la web es una de las herramientas. Sí te vas a encontrar gigantes tecnológicos, pero no en la producción de contenidos, sino en la conectividad. Las productoras de contenidos siguen siendo las mismas empresas de hace cuarenta años.
Pero esas empresas tecnológicas sí le están comiendo la torta publicitaria a los medios. Sin ninguna duda. El ecosistema es darwiniano y es bueno que haya esa competencia. Para ponerlo en términos concretos, Perfil ha sido vanguardia en la Argentina en la denuncia del abuso de posición dominante de Google y Facebook. Incluso llevó adelante una demanda contra Google, que todavía está en trámite. En ese momento parecíamos unos locos que estábamos hablando de algo que no tenía relevancia. Sí, sin ninguna duda es un problema para la economía mundial, no solo la de los medios, que Google y Facebook concentren en promedio 80% de la publicidad en Internet.
¿Y lo ves en vías de solución? Yo creo que sí. Porque como buen productor de contenidos y constructor de subjetividad, creo que la cultura construye. La superestructura construye la infraestructura, o sea, la cultura construye la economía, y creo que la toma de conciencia que está habiendo de que ahí hay algo anormal va a terminar, más tarde o más temprano, con que Estados Unidos haga con estas empresas lo que hizo con la ley antitrust, lo que hizo en su momento con AT&T que lo hizo dividirse en siete en los años 80. Google y Facebook le han permitido una ventaja en términos de inteligencia muy grande a Estados Unidos, y creo entonces que se resisten a perder esa ventaja competitiva. Por eso esta discusión que vos ves en el tema de Huawei, el 5G, entre Estados Unidos y China. Pero me parece que más tarde o más temprano va a haber una regulación que diga que tiene que haber competencia, nadie puede tener más del 25% de nada, ni de navegadores ni de latas de tomates. Es decir que el principio básico vale también para las empresas de internet. Yo confío en que en la próxima década va a venir una regulación para que no haya abuso de posición de dominante.
¿Qué opinás de esta declaración del gobierno sobre apoyar medios y no periodistas? Me parece que la publicidad tiene que seguir un criterio lógico de razonabilidad en la comunicación respecto del tamaño y calificación de la audiencia. Puede tener un margen discrecional para considerarla quizás un apoyo cultural a determinado tipo de actividades que le hagan bien a la comunidad. Nosotros fuimos también vanguardia en el juicio contra la discriminación de la publicidad oficial. Me parece que cualquier arbitrariedad es criticable. Entiendo que quiso referirse a medios que no tienen ninguna llegada, una persona que tiene un blog, o productos que no tienen ninguna masividad… En realidad no se está comprando publicidad, se está comprando el apoyo del periodista. Pero la verdad es hija del tiempo. Y creo que todo aquello que no tiene bases sólidas termina deshaciéndose con su devenir. La mentira es una herramienta a la que le toca las generales de la física de Pascal: la presión es inversamente proporcional al espacio. Entonces, si vos en realidad estabas comprando la benevolencia de un periodista, más tarde o más temprano se va a descubrir que eso no funciona, que eso es patológico. Me da la sensación de que casualmente eso se cura con más periodismo. Una de las cosas que tiene el periodismo como función es iluminar. Eso no quita que durante un cierto tiempo ciertas anomalías pasen por debajo del radar.
¿Estamos en un tiempo de más periodismo o de menos periodismo? Estamos en un tiempo de más periodismo. Creo que la demanda de bienes culturales va a ser mayor porque la satisfacción de los bienes materiales va a ir llenando espacios que va a demandar otras necesidades más poéticas, más existenciales. De hecho, la producción de bienes simbólicos en el último siglo ha sido mayor que la de toda la humanidad. En la música, en la literatura, en lo audiovisual, en las películas. Estamos hablando de construcción de sentido que no es solo periodismo. En la medida en que determinados bienes dejan de ser escasos… como decía Lacan, el deseo es siempre deseo de otra cosa, ¿no? Entonces, siempre vamos a desear. Y me parece que cada vez vamos a desear más elementos simbólicos en la medida en que saciemos los materiales.
En una entrevista lindísima que le hiciste a Manuel Castells, él afirmaba que los medios no nos informan, sino que nos confirman. ¿Coincidís con esa idea? ¿Y quién representaría tu audiencia? La audiencia del diario Perfil, con la que yo me comunico, es casualmente la gente que no quiere confirmarse. Yo creo que lo que dice Castells es perfecto. La mayoría de las audiencias premian contenidos que confirmen sus sesgos y esos contenidos contribuyen a aumentar su ceguera paradigmática, ¿no? Ven solo aquello que piensan que es. Y eso retroalimenta lo que en la Argentina llamamos grieta y en el mundo es la polarización. ¿Por qué sucede eso y no sucedía hace cuarenta años? Bueno, yo escribí un libro entero sobre eso, Periodismo y verdad, pero podría sintetizarte en que hay elementos multicausales. El primero es tecnológico; cuando había tres cadenas de televisión, Canal 9, 11 y 13, por ejemplo y el 100% del rating se dividía en esos tres, ninguno podía ser sectario, no es que fueran pluralistas por virtud, lo mismo que el panadero de Adam Smith, era por egoísmo. Si un canal acá era peronista y otro era antiperonista, y otro era plural, el plural iba a tener más rating. A partir de la tecnología se permite que haya cien canales, y con ocho canales de noticias se hace posible la segmentación. En un proceso a lo largo de veinte años, la audiencia empieza a desarrollar un paladar que quiere solamente aquello que sea confirmatorio de su prejuicio.
Segmentar a su vez empieza a ser buen negocio. Entonces, la tecnología y el marketing crean condiciones de posibilidad en la cual empieza a ser entretenimiento más que periodismo. Luego hay otro tipo de cuestiones más complejas. Vivimos en una época de posmodernidad donde la idea de verdad está en discusión. Hasta la Segunda Guerra Mundial había una asertividad en el pensamiento de la modernidad respecto de que existía una verdad científica. Los horrores de la Segunda Guerra Mundial, las bombas atómicas en Japón, la guerra de Vietnam, el napalm, nos enfrentaron a un horror en el cual la idea de que la inteligencia te lleva continuamente al bien entró en discusión y la discusión llevó a que no exista una verdad si no que existen distintas interpretaciones sobre los hechos; eso colocó a la objetividad, que era el principio de ecuanimidad que regía los medios, en una discusión metafísica. Suceden tantas cosas simultáneamente en la vida, y los medios en el momento de seleccionar nuestra agenda obviamente estamos siendo subjetivos. La verdad científica también es una verdad coyuntural, porque nuevos elementos técnicos, un microscopio, un telescopio más potente, un sistema de rayos permite descubrir cosas que hacen que la verdad presente se vaya modificando. Se está discutiendo la idea de objetividad en sentido epistémico.
Luego está el componente sociológico. Cada generación es un poco más hedonista que la anterior. El hecho de que vayan solucionándose aspectos de necesidades que tenían nuestros predecesores, deja más tiempo disponible para el placer. Somos un poco más hedónicos. Mucho de la verdad tiene que ver con el deber. Mientras que el entretenimiento está asociado con algo más lúdico. Entonces hay un mayor consumo y predisposición a lo hedónico y menos a lo escolástico. Es un fenómeno complejo como cualquier fenómeno social, que hace que esa idea del periodismo que teníamos pos-Watergate en los años 80 de ecuanimidad, de darles a ambas partes en litigio la misma proporción y tiempo o espacio, el tomar distancia de nuestros propios afectos, ser fiscal en nuestros propios prejuicios y todos los consejos del buen periodismo, hayan ido cediendo, adecuándose a nuevas formas y valores de la sociedad.
¿Vamos a estar frente no a un nuevo escenario de medios, pero sí a un nuevo escenario de periodistas y de periodismo después de lo que fue el poscristinismo y lo que es el posmacrismo? Es probable que el periodismo sea el sujeto político por antonomasia de este nuevo ciclo político. Si se discute el lawfare, no hay forma de discutir a los jueces sin discutir a los periodistas, porque somos testigos en la mayoría de las causas. Ahí hay un conflicto latente, que vamos a ver cómo resulta. Creo que la gran defensa que tenemos los medios, de no ser arrastrados por el abuso de la posición dominante del presidente de turno, es que hay una sociedad que nos defiende. Y que hoy hay más formas de conseguir esa defensa que en la época en que había menos medios de comunicación. Porque las redes sociales aportan una especie de vehículo: aun en el peor momento de censura, no hay dictador que pueda hacer que un tema desa-parezca.
¿Las redes sociales son un poder o un contrapoder? Son una herramienta. Como es la imprenta. Como son las antenas broadcasting de radio y televisión. Como es la web. Cada herramienta, igual que un martillo, puede servir para lo bueno y para lo malo. Las redes sociales tienen ese componente de ser una herramienta anticensura y al mismo tiempo ser una fuente de desinformación. Y las dos cosas son simultáneamente verdaderas.
¿Por dónde pasa la medida del éxito de un medio hoy? Creo que depende. Hay varias, y me parece que en tu pregunta hay algo muy bueno que es cuál sea la medida de tu éxito es tu ethos. Y no creo que nadie pueda arrogarse que el suyo sea mejor que el de los demás. O sea, hay medios para los cuales la medida del éxito es simplemente la masividad. La mayor cantidad sin importar ningún otro componente. Para otros puede ser lo cualitativo. Y en eso cualitativo entramos entonces en distintos géneros. Para uno lo cualitativo puede ser sentir que está del lado de la verdad, otro puede sentir que está del lado del bien. Y ahí entran en una segmentación de géneros. Me da la sensación de que la diversidad en armonía aumenta la riqueza social. En el caso de Perfil nosotros tenemos publicaciones, marcas, que tienen su criterio de éxito distinto, algunas son cuantitativas y otras cualitativas. Yo en lo personal a lo que dedico mi tiempo es a aquello en donde está lo cualitativo. Y en mi caso en particular mi medida del éxito tiene que ver con el conocimiento. Insisto en que nosotros no estamos en la industria de la información, la información es una commodity, es materia prima. La industria del conocimiento toma la información como materia prima para refinarla y convertirla en conocimiento. El eslogan de una nuestras publicaciones es “Entender cambia la vida”, y me parece que la mejor medida del éxito es si vos aprendiste algo. Si después de leer una columna, de leer una edición de Perfil o escuchar un reportaje largo te llevaste algo. Te llevaste algo tiene que ver con que te transformó, y lo que transforma es el conocimiento. Aunque sea un poco ingenuo; cierto tipo de ingenuidad es necesaria para la creación. Uno tiene que volver a ser chiquito para poder ser creativo. Creo, como creían los antiguos griegos, que no existe el mal sino la ignorancia. Que, salvo casos patológicos, hasta al mayor tramposo le gustaría ganar sin trampa, pero no sabe cómo. El mayor valor es el conocimiento, el saber. Y me parece entonces que la medida del éxito en lo que yo realizo es si aprendí algo y si enseñé algo.
¿No te angustia la infinitud del conocimiento? Sí, claro; uno podría decir que hay una felicidad en la ignorancia, el que ignora que ignora tiene una felicidad. Y es cierto, lo primero que uno conoce es cuánto no conoce. Pero cada pedacito nuevo que sabés te produce una felicidad enorme, aceptando que nunca vas a saber todo y que, no importa cuánto sepas, vas a ignorar mucho más. Aunque eso no quita que esa cosa nueva que supiste te alegre el día. Hay distintas formas del goce. Yo en particular tengo el goce del conocimiento.