Por Carlos Acosta para Mirada. Paseando por las redes sociales me encuentro con el tweet de un tal Roberto que decía: “Si Hitler o Mussolini tocaran la guitarra o pasearan un perro, los argentinos lo hubiésemos votado”. Este nivel de agresión en la redes no sorprende, – aunque Roberto afirme en su perfil que no está dispuesto a discutir con fanáticos. Lo grave es que no es el único, y los hay de ambos lados.
Se puede enumarar el discurso del oficialismo sobre nosotros o Venezuela, el de Elisa Carrió – a quien vote en muchísimas oportunidades y que abandonó la ruta para circular por la banquina, mordiendo permanentemente el pasto y hablando desde una representación republicana que no se quién se la otorgó (una lástima Lilita); o el de algunos periodistas que plantean falazmente si con el voto la gente pretende indultar a Cristina…y hay discursos desde distintos medios incluso peores.
Una cosa es un defender una idea a capa y espada y otra el agravio y la descalificación para el que vota distinto. Recuerdo que cuando se lo criticó al Kirchnerismo ellos respondieron: “hagan un partido y ganen las elecciones”. Y Cambiemos en el 2105 lo hizo. Lo paradójico es que ahora Cambiemos se enoje porque el Peronismo, con Cristina adentro, se reorganizó, se presentó a elecciones, esté a un paso de derrotarlos y agravie a aquellos que le quitamos el voto.
Hay que asumir errores y fracasos. Cambiemos vino a cambiar y no lo hizo. Pide nuevas oportunidades repitiendo viejas fórmulas que ya fracasaron. Recuerdo las palabras del ex presidente Colombiano y Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, cuando dijo “los populismos llegan cuando los demás fracasan”. Más claro… De los últimos 70 años solo 32 gobernó el Peronismo. ¿Eso le quita responsabilidad? Para nada, simplemente es bueno recordarlo para evitar simplificaciones y reduccionismos.
Lo que impone el momento es hacernos cargo todos de lo que hicimos no solo en los últimos cuatro años. Entender que la democracia debe ser participativa y que no se limita a votar cada dos años. “El que gana gobierna y el que pierde controla” decía el viejo radical Ricardo Balbin. Así debe ser. En vez de agraviar quien pierda las elecciones (y no estoy hablando de partidos sino de votantes) debería prepararse para controlar al poder, hacerse escuchar, si es necesario movilizarse pacífica y civilizadamente, exigirle a la política la defensa de sus derechos e ir por más. Levantar la vara. Si no se es cómplice por desidia u omisión. En esto se nos va la vida, sin importar cuantos años tengamos cada uno de nosotros.
Recuerdo que Woody Allen en una conferencia de prensa durante un festival de Cannes ante la pregunta de un periodista sobre qué opinaba de la muerte respondió “Estoy en contra”. Hoy pareciera que en nuestro país hay muchos que están a favor.