Por Pablo Corso. La vinería Cork & Glass es una de las pocas estructuras que quedan en pie en el escenario apocalíptico de Modern Warfare, la decimosexta entrega de la saga Call of Duty. En su lanzamiento del 25 de octubre de 2019, el videojuego presentó dos novedades importantes: ya no había zombies al acecho y el foco estaba en la recuperación encubierta de un cargamento de un gas mortal con destino a la nación imaginaria de Urzikistán. Una tercera noticia capturó la atención de gamers y amantes del vino. La perspectiva de tirador en primera persona mostraba, sobre un estante saqueado, una botella con un mensaje caro a los intereses nacionales: “Malbec Reserva de Familia. Mendoza, Argentina. Vino de la Vendimia. Elaborado y puesto en botella en origen”.
Un año, diez meses y 24 días después de aquel lanzamiento, un rincón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue testigo de un pase de magia etílica. Aquel vino y aquella etiqueta se habían corporizado sobre los escaparates de la vinería Anfibio, donde se develó un crossover craneado en la agencia The Juju. Fue este martes 21, primavera cero de la pospandemia austral. Gamers, sommeliers, publicistas y periodistas lucieron -y se animaron a quitar- sus mejores barbijos para sumergirse en la promesa de algo nuevo, raro y atractivo. La expectativa se fue consumando a medida que bajaban los centilitros de un vino de alta calidad, áspero en el paladar y de final agradable.
¿Cómo llegamos hasta ahí?
En The Juju especulan con la picardía de un programador argentino o un simple fanático del malbec con poder de decisión en el diseño del juego. Tras el revuelo inicial en Reddit, la viralización en redes sociales y la ralentización de la pandemia, la idea fue madurando como los mejores vinos. En el medio, otro juego de alta circulación (Hitman 3) presentó su propia bodega mendocina como escenario de las intrigas de un asesino profesional. Era demasiado como para no hacer nada. Entonces dio un paso al frente la agencia que integra el ecosistema Untold_, a cargo de la leyenda local Darío Straschnoy.
El pasaje de los bits a las uvas fermentadas se bautizó Wine of Duty y se presentó como el primer vino nacido en el mundo virtual. “Esto es mucho más que un real time; es un nuevo vino, que respeta los valores de su etiqueta y origen”, habían avisado antes del evento los directores generales creativos Nicolás Zarlenga y Federico Plaza Montero. “El mayor desafío fue encontrar a un partner que supiese de vino mucho más que nosotros, y hacerlo real”, plantea Zarlenga. “Tenía que confiar y divertirse con el proyecto”, agrega Plaza Montero. La porosidad entre realidad y ficción se explicó en esta pieza de 33 segundos.
El socio
En esa búsqueda del socio, el nombre de Francisco Terren cerraba por todos lados. El dueño de Anfibio no sólo era vecino y amigo de Federico. También llenaba todos los casilleros deseables para este proyecto heterodoxo: un sommelier con carrera en el mundo de los dibujos animados y la dirección de arte, que conocía el significado profundo de dejarse absorber por la virtualidad. “He sido un gamer medio adicto, así que hace como 15 años que no toco los juegos”, confiesa ante Reporte Publicidad.
Aceptar el encargo implicaba la búsqueda de un malbec a la altura. Francisco pensó enseguida en su amigo Juan Facundo Suárez, hijo del diputado nacional Facundo Suárez Lastra y cuarta generación de viñateros con 2.780 hectáreas cultivadas en el Paraje Altamira, al sur del Valle de Uco. Finca Suárez lleva un siglo produciendo sobre suelos pedregosos, que generan vinos frescos y de composición calcárea, donde la Naturaleza hace su trabajo casi sin interferencias. “La geografía se imprime en los sabores”, poetizó Francisco durante la presentación.
El resto de los pasos fueron sencillos: aprovechar la última vendimia, embotellar el malbec y copiar las etiquetas de Call of Duty. Fueron 60 botellas para el lanzamiento, otras 120 en camino y la disposición para seguir produciendo de acuerdo a los pedidos que vayan cayendo. Al menos por ahora, el objetivo parece alejarse de la rentabilidad inmediata. La palabra más escuchada durante el evento fue “diversión”. Francisco lo dice así: “El vino es la expresión artística que más resonó en el transcurso de mi vida”.
De los tokens al metaverso
Esa expresión se da en un mundo trastocado, donde los NFTs (non-fungible tokens o “vales no intercambiables”) están desafiando a uno de los principios básicos de internet. Por primera vez se plantea la unicidad de una pieza -desde canciones y fotos hasta memes y podcasts- en el reino de la replicabilidad infinita. El caso de Wine of Duty funciona como su revés exacto. A partir de una sola imagen virtual, la asociación entre The Juju y Anfibio generó un producto concreto y replicable. El escenario plantea una retroalimentación permanente. “Nos gustaría que la gente que lo pruebe diga: «Por algo está en Call of Duty. Por algo el programador eligió un vino argentino y no uno francés»”, reconoce Plaza Montero.
Conscientes del diferencial que otorgan los metaversos, en la agencia empiezan a imaginar un futuro. “El mundo del gaming es un espacio en crecimiento, que puede estar buenísimo”, se entusiasma Zarlenga. “Así como en los juegos se venden jugadores reales, en el mundo real podrían venderse otros productos creados en los juegos”. El CCO y partner recuerda los antecedentes narrados en The toys that made us, la serie de Netflix que cuenta la historia de las franquicias de juguetes que supieron transitar con habilidad los vasos comunicantes entre la virtualidad de los dibujos y la realidad de las figuras de acción. He-Man es el mejor ejemplo para quienes quieran aprender sus lecciones, tan contundentes como el mismísimo poder de Grayskull.