Por Pablo Corso. Recién salido de las usinas del Instituto Reuters que funciona en la Universidad de Oxford, el Digital News Report 2024 es el trabajo de investigación más profundo, abarcativo y confiable sobre el consumo de noticias digitales. Basado en una encuesta a 95 mil personas en 47 mercados, la edición de este año se publica en un río revuelto: elecciones para la mitad de la población mundial, guerras en Gaza y Ucrania, crisis climática desatada.
El planteo central no sorprende pero tampoco defrauda: “Un periodismo riguroso e independiente sigue siendo más importante que nunca, pero en varios mercados los medios enfrentan los desafíos crecientes de la desinformación, la baja confianza, los ataques de políticos y la incertidumbre del negocio”.
El poder menguante de las casas tradicionales, marcado por la caída en las ventas del papel, la crisis publicitaria y cierto estancamiento de las suscripciones pagas, hoy está aún más debilitado por la nueva estrategia de las plataformas: quitar prioridad a contenidos periodísticos y políticos, virando el foco hacia los “creadores” que proponen formatos tentadores en la batalla por la atención.
En este contexto, el mayor consumo de noticias se da en las plataformas (72%) y no en los sitios web de los medios (22%), que cayeron 10 puntos respecto a 2018, lo que profundiza todavía más la crisis de monetización. La nueva estrategia de Facebook y X de mantener a los usuarios dentro de sus entornos provocó en las organizaciones periodísticas una caída del 48% del tráfico proveniente de la primera red y de un 27% de la segunda durante el año pasado.
La dinámica, sin embargo, no supone una migración en el interés por informar e informarse. Meta “lleva un tiempo tratando de reducir el papel de las noticias (…) y ha restringido la promoción algorítmica de los contenidos políticos”, advierte el estudio. “También ha disminuido su apoyo al sector periodístico; no ha renovado millonarios acuerdos y en varios países ha eliminado su pestaña de noticias”.
Las big tech de la comunicación “no tienen ninguna obligación con respecto a las noticias, pero dado que mucha gente obtiene gran parte de su información” de ellas, “tales cambios tienen consecuencias no sólo para el sector periodístico, sino también para nuestras sociedades”, razona el informe, cuyo principal espónsor es… la Iniciativa de Noticias de Google.
La paradoja de la IA
En el horizonte inmediato asoma otra gran ola de cambios, donde las interfaces de búsqueda impulsadas por inteligencia artificial (IA) “podría reducir aún más los flujos de tráfico a los sitios web y las aplicaciones de los medios”.
Los medios tradicionales no tienen derecho a hacerse los distraídos. Aunque suelen alertar sobre los perjuicios de la IA, también la están adoptando para reducir costos (automatizando transcripciones, correcciones y diseños) y personalizar contenidos.
Los ejemplos abundan. Empresas informativas alemanas, indonesias y coreanas usan chatbots para sus textos; otras apelan a Midjourney o DALL-E de OpenAI para generar ilustraciones; las granjas de contenidos reescriben noticias sin permiso ni control humano; en México, Radio Fórmula creó a Nat, un avatar que no solo presenta breaking news, sino también análisis sobre la coyuntura.
Entre guerras y evasiones
El video se está convirtiendo en una fuente crucial para las noticias online, especialmente entre jóvenes. Los motivos más citados son la variedad temática, la presunta ausencia de sesgos de las coberturas casuales y la conveniencia de obtener información en una plataforma con algoritmos que nos conocen -y sugieren- en consecuencia.
Sin embargo, X y TikTok también están en la mira del público y de los verificadores. Mientras crece la preocupación sobre qué es real y qué no en las noticias digitales, las redes que llevan años alojando desinformación y conspiraciones ahora suman deepfakes como imágenes falsas de la guerra en Medio Oriente, publicadas por partidarios tanto palestinos como israelíes. La falta de transparencia, la posibilidad latente de tergiversar a cualquier persona y la discriminación contra grupos minoritarios están al tope de las preocupaciones.
No son fenómenos gratuitos. Reuters también registra un aumento de la “evasión selectiva de noticias”, donde cuatro de cada diez personas las evitan con frecuencia, agobiadas no solo por las guerras y por cómo se cuentan, sino también por su flujo abrumador. “No es solamente que las noticias puedan ser deprimentes: también son incesantes”.
Con elegancia, el reporte plantea que “los medios tal vez se centran demasiado en actualizar las noticias más importantes y no dedican tiempo suficiente a brindar diferentes perspectivas o a contar historias que puedan proporcionar cierta base para el optimismo ocasional”. Después de la ola de despidos que afectó a gigantes como The Washington Post, The Wall Street Journal y Sports Illustrated, una nota de la también estadounidense The New Yorker lanzó la pregunta lacerante: “¿Están los medios preparados para un evento cercano a la extinción?” Por ahora, la única certeza es que el periodismo debe centrarse más en las audiencias.
Fenómeno barrial
El Digital News Report también mira hacia estas pampas. El panorama de los investigadores Eugenia Mitchelstein y Pablo Boczkowski es contundente: “El ecosistema informativo argentino se encuentra agitado, con la llegada de un nuevo presidente que se ha comprometido a privatizar o cerrar los ya debilitados medios públicos, y a eliminar toda la publicidad oficial. Esto, sumado a la inflación galopante, ha incrementado la presión sobre los medios privados”.
Los despidos en Télam, Radio Nacional y América TV, entre otros, sintonizan con el desprecio que Javier Milei muestra hacia el periodismo crítico -por no decir el periodismo en general-, al que considera un enemigo de su gobierno. Igual que Trump, igual que Bolsonaro. A tono con las exacerbaciones de esta época, el mandatario declaró hace poco que usa sus redes “en el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena, y después a lo largo de toda la noche”.
En eso se parece a sus compatriotas, donde el uso de redes para informarse todavía se mantiene en niveles altos. Con el 37%, Facebook está al tope de la lista, seguido por Instagram y WhatsApp. Pero el interés general por las noticias sigue en caída libre, del 77% de 2017 al 45% actual.
Y en línea con la tendencia internacional, aunque de forma todavía más pronunciada, apenas uno de cada tres encuestados dice confiar en los medios. En tiempos de sobreoferta, fragmentación, intensidad política y crisis económica, la desconfianza y la evasión están más fuertes que nunca.
ilustración: The New Yorker-