Por Hugo Petruschansky. Este domingo finaliza una de las grandes muestras de esta temporada en PROA. La primera gran retrospectiva en estas latitudes del gran escultor norteamericano Alexander Calder, bajo el sugestivo título Teatro de Encuentros: una exposición de aproximadamente setenta obras que dan cuenta de sesenta años de la vida productiva del artista. Sus obras ilustran de manera contundente el devenir, desarrollo y tendencias que formaron el espíritu de la modernidad. De Picasso a Duchamp y de Miró a Brancusi, son los pilares de su enorme obra. Es cierto que Calder es conocido como el artista que hará de sus esculturas móviles la marca registrada de su hacer; obras que nacen del cielo, que cuelgan de manera sutil de las nubes y desafían a la gravedad, ellas dan la sensación de estar suspendidas por algún acto de magia. Pero Calder no solamente es el introductor indiscutido de este artificio constructivo, también es un refinado dibujante que reemplazará el lápiz por el alambre y el bloque de mármol por sus “estables” livianas estructuras de pesados hierros que parecen flotar por las plazas, edificios y museos.
Un capítulo aparte, ligado a su personalidad y humor, es su Circo. Una mágica y elemental invención que ideó siendo niño y mantuvo durante toda su vida. Su vida y su obra marcharon siempre juntas. Hagamos su pequeña hoja de ruta.
Nace en Lawnton, Philadelphia, el 22 de julio de 1898. Segundo hijo y nieto de artistas exitosos, que fueron sus primeros maestros. A los 7 años hace juguetes para su hermana mayor, que anuncian sus obras de alambre y los juguetes en serie que iniciará en un futuro próximo. Su interés por la construcción y los números lo lleva a estudiar la carrera de ingeniería, siendo un estudiante brillante de Berkeley. Consigue trabajo con facilidad como ingeniero mecánico para más tarde ingresar en la Art’s Student League de New York, donde permanecerá tres años. Crea su primera escultura de alambre y publica su primer libro: Animal Sketching, que Proa muestra en la primera sala junto a sus dibujos de alambre. Se publican, así, sus dibujos de boxeadores y otros deportistas. Retratos de Jimmy Durante, la Tenista y la Pecera dan testimonio. Llega a París, y se inscribe en la Académie de la Grande Chaumiére, muy cercana a la vanguardia argentina. Realiza entonces su primer retrato: Josephine Baker, que la gigantografía de Proa ilustra. Luego realiza sus primeros figurines para el Circo en alambre y fragmentos de tela, que rápidamente recibe las mejores críticas de los especialistas parisinos.
En 1928 presenta “Wire Sculpture”: exposición individual en la Weyhe Gallery de NY. Y realiza su primera exposición individual en París, donde vende seis obras. Conoce a Louise Cushing James, sobrina-nieta de Henry James, su futura esposa y madre de sus dos hijas. Jean Cocteau, Edgar Varese, Man Ray, Foujita, Le Corbusier, Fernand Léger, Piet Mondrian, Pevsner, Theo van Doesburg admiran su Circo. Visita el taller de Mondrian, donde quedó impresionado, tras lo cual elabora su primera escultura en movimiento, “Una bola negra y una bola blanca”, y algunas pinturas abstractas al óleo no muy felices que se pueden ver en la sala 2 de la Fundación. Decide vivir en París.
Conoce a Marcel Duchamp, quien le propone el término “móviles” para sus esculturas en movimiento mientras que Jean Arp inventará el término “estables” para las restantes.
Movido por su gran amigo Miró, Ramón Gómez de la Serna lo invita a España a presentar el Circo. A causa del clima político mundial, los Calder regresan definitivamente a los Estados Unidos; compran su primera casa, una pequeña granja del siglo XVIII, en Roxbury, Connecticut. Allí realiza su primer móvil al aire libre y las primeras máquinas motorizadas. Fin del ciclo “geométrico” e inicio del “orgánico”. El Museum of Modern Art de New York adquiere un móvil motorizado. Primera exposición en la galería Pierre Matisse de New York.
Realiza los “Interludes Plastiques” como escenografía para el ballet de Martha Graham. En 1936 ambienta los nuevos ballets de Graham y el drama sinfónico Sócrates de Eric Satie. Participa de dos exposiciones claves organizadas por el MoMA: “Cubism and Abstract Art” y “Fantastic Art, Dada & Surrealism”.
En 1937, por intermedio de Sert, arquitecto del Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, participa en la muestra con su “Fontaine de Mercure d’Almaden” y Picasso con el “Guernica”. Ambas en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.
En 1942 participa de “First papers of Surrealism” en New York, muestra fundamental del arte surrealista. Primeras “Constelaciones” con maderas de fuerte influencia mironiana.
En 1946, para su nueva exposición en París, escribe el catálogo Jean-Paul Sartre. Viaja a México y Brasil. Expone en el Museo de Arte Moderno de Sâo Paulo y en el Ministerio de Educación de Río de Janeiro. Sus peces nacen del color vibrante de las culturas americanas. En la sala 3 hay varias de ellas.
Con Marcel Duchamp, Hans Richter, Max Ernst y Fernand Léger participa del film Dreams that money can buy, producido por Art of this Century, la galeria de Peggy Guggenheim en New York.
Temporada en Venezuela, donde realiza el techo acústico del Aula Magna de la Universidad de Caracas. Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia.
Viaje a la India. Exposición “Le Movement” con Marcel Duchamp, Soto, Agam, Tinguely, Jacobsen y Bury en la galería Denise René de París, que dará inicio al Movimiento cinético internacional. Retrospectiva en el Museo de Bellas Artes de Caracas con catálogo de Alejo Carpentier.
En 1958 culmina tres grandes móviles: el de la Exposición Universal de Bruselas, el de la Unesco de París y el del Aeropuerto Internacional de Idlewild, New York (hoy Aeropuerto J.F. Kennedy).
Temporada en Brasil por la retrospectiva del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro. Dona a la Central de Arquitectos de Sâo Paulo su móvil “Viuda Negra”, que está en la sala 5 de la muestra.
Dona el estable “Frisco” al Museo de La Habana. En 1968 recibe la Rosette de Commandeur de la Legión d’Honneur. En 1973. Braniff Airlines le solicita que pinte una de sus unidades DC-8: “Flying Colors”, presentada en el Salón de la Aviación de Bourget; el artista realiza personalmente ocho maquetas antes de supervisar el trabajo de transferencia final. Sus esculturas estables se encuentran en las más importantes ciudades del mundo con la inconfundible impronta Calder.
En 1976 muere en Roxbury.
Calder en su estudio
Esta apretada reseña nos habla de un artista de búsquedas concretas y brillantes hallazgos. Felicito a la Fundación Proa por posibilitar esta afilada, refinada y sensible retrospectiva que se encuentra abierta hasta fin de enero de 2019. Un exhaustivo catálogo, con textos fundamentales sobre el artista, se suma a la muestra. Debemos felicitar a su curadora Sandra Antelo Suárez, de cuya investigación rescato este párrafo: “La obra de Alexander Calder sitúa el acto estético en el encuentro, en un juego mental sin límites ni guiones, pleno de colaboraciones en desarrollo, especulaciones y expectativas. La obra no es un producto sino un evento, un momento de la vida misma haciéndose…”. También cabe destacar a la Fundación Calder de New York por la generosidad del préstamo y a la Fundación Proa por continuar dando a la comunidad siempre muestras de gran calidad.
Untitled, 1941. [s/t]
Lámina de metal, alambre, pintura. 30,48 x 101 x 55,2 cm. © 2018 Calder Foundation, Nueva York / Artists Rights Society (ARS), Nueva York / SAVA Buenos Aires.
En la portada: Untitled, 1936. [Sin Título]
Detalle. Tinta sobre papel 14,2 x 16, 5 cm Calder Foundation, New York; Legado de/Bequest of Mary Calder Rower, 2011.© 2018 Calder Foundation, Nueva York / Artists Rights Society (ARS), Nueva York / SAVA Buenos Aires.