Por Pablo Corso. A pesar de la crisis rampante, el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) vuelve este año con su oferta diversa, ecléctica e inabarcable. La vigesimoquinta edición de un evento marcado históricamente por la lucha a contracorriente -crisis económicas, desencuentros políticos y una pandemia que obligó a su única suspensión en 2020- vuelve a ser una celebración en medio del caos, una burbuja en el tiempo.
Es un punto de encuentro de cinéfilos profesionales y amateurs, directores más y menos consagrados, periodistas y representantes de una industria que puja y resiste. Y los números son elocuentes: 283 cortos, medios y largometrajes en 13 salas, a precios de fantasía de $1500. Todo sucederá desde el miércoles 17 hasta el domingo 28 de abril en el Teatro General San Martín, el cine Gaumont, el Museo del Cine, y los complejos Cinépolis Plaza Houssay y Cine Arte Cacodelphia, a pasos del Obelisco.
Con ese background estimulante, proponemos un recorrido posible por la programación, con eje en los temas que importan a Reporte: comunicación, medios, tecnología y arte, en todos sus posibles cruces. La libertad temática, el riesgo creativo y la experimentación están garantizados.
Rescates emotivos
Italpark (Juan Carlos Domínguez, Argentina). Imágenes de archivo, animaciones 3D, entrevistas a exempleados, visitantes y fanáticos para reconstruir la historia del Disney argentino. La nostalgia por el “retrofuturo” motoriza el relato sobre el parque de diversiones nacido en los 60, que abrazaba a todas las clases sociales en su universo de autitos chocadores y criaturas animatrónicas.
Después de Un buen día (Néstor Frenkel, Argentina). El director que despliega su sensibilidad en territorios laterales, siempre con ironía pero nunca con desprecio, revisita Un buen día (Nicolás del Boca, 2010), “la mejor peor película argentina”, destrozada por la crítica y exaltada por un grupo de fans intensos. Los protagonistas Aníbal Silveyra, Lucila Solá (que más tarde cambiaría su apellido a Polak y sería pareja de Al Pacino) y Andrea del Boca explican y contextualizan el fenómeno.
Intertextualidades
L’Empire (Bruno Dumont, Francia). La vida luce anodina en un pueblo costero de Normandía, entre bañistas y pescadores, hasta que la trama vira a una suerte de parodia de Star Wars con multiverso propio. Sin olvidar las espadas láser, la historia se centra en el enfrentamiento entre los Ceros y los Unos, infiltrados que buscan colonizar la Tierra.
Dans la peau de Blanche Houellebecq (Guillaume Nicloux, Francia). La comediante Blanche Gardin preside un concurso de parecidos a Michel Houellebecq, novelista estrella y taxonomista de los miedos contemporáneos en obras como Plataforma y Sumisión. La película “se anima a desenmascarar el pesado aire del momento y lo hace con energía, con el salvajismo percutor de un martillo neumático cargado de brillante gracia bestial”, describió el director del festival, Javier Porta Fouz.
El alfabeto de los nadies (Gustavo Galuppo Alives, Argentina). Una de las propuestas con aires vanguardistas: retratos ordenados alfabéticamente por el nombre de sus protagonistas… ninguno de los cuales existe. La película se hizo con la técnica mixta de la generación de imágenes y textos con inteligencia artificial, e intervención artesanal sobre papel. El resultado es un “museo de las imágenes en movimiento”, que evocan a un elenco de personajes que, al final del día, sí podrían estar entre nosotros.
La pandemia y los trabajos
Sola en el paraíso (Justina Bustos, Argentina). Producida por casi mil socios de la comunidad Orsai, cuenta los días de la actriz cordobesa en una paradisíaca isla africana… sumida en la paranoia del COVID. Incluye el confinamiento en una base militar, un contratiempo que deriva en escenas de pánico y segmentos teatrales que vuelven todo un poco más llevadero. La pandemia y su circunstancia vuelve a decir presente en una de las cuatro historias de MMXX, del rumano Cristi Puiu.
To exist under permanent suspicion (Valentin Noujaïm, Francia). Las pesadillas de la rutina pos-pandemia se corporizan en la historia de Claire, empresaria que promueve un nuevo rascacielos de oficinas, que solo logran alimentar su soledad y las ganas de prender fuego todo. Es un film con distopías, simulaciones y dimensiones paralelas, epicentro de un “paraíso ascético y quirúrgico en un sistema sin
fallas que (…) se devora a sí mismo”, según la programadora Magdalena Arau.
Escritores y periodistas
Imprenteros (Lorena Vega, Argentina). La actriz y dramaturga decidió llevar al cine, con Gonzalo Javier Zapico, el libro y el fenómeno teatral que hace junto a sus hermanos sobre la imprenta en la que se criaron. La trama excede la historia familiar para hablar de la incertidumbre que atraviesa a los oficios y la persistencia en la apuesta creativa. Ideal para complementar con los retratos de dos grandes escritores de nuestro país: Un hombre que escribe (Liliana Paolinelli), sobre Abelardo Castillo, y Yo filmé a Osvaldo Bayer (Fabio Zurita), un trabajo de décadas que ve la luz en un momento que el autor de La Patagonia Rebelde difícilmente imaginó.
Corresponsal (Emiliano Serra, Argentina). También toca una fibra sensible de estos tiempos: un periodista elabora un informe que provoca el secuestro de un médico exiliado en 1978. El escenario se extiende al de otras dictaduras latinoamericanas, para configurar un thriller político-criminal de climas agobiantes pero estética colorida.
Riverboom (Claude Baechtold, Suiza). Otra de periodistas en entornos agobiantes. En 2002, tres reporteros emprenden una gira de dos meses en la zona de guerra de Afganistán. Es un raid de aventuras, geografía y amistad, donde Baechtold documenta cómo se convierte en corresponsal y reaviva la curiosidad por el mundo, en días en que el periodismo no goza precisamente de buena salud.
Que sea rock
La función de cierre será con Fuck you! El último show (José Luis García, Argentina), que bucea en los registros del penúltimo concierto de Sumo, el 10 de octubre de 1987 en Obras, material inédito llamado a despertar una mezcla de emoción, nostalgia y adrenalina bajo el influjo de Luca Prodan.
La celebración del rock nacional será en continuado. Siempre afecto a las historias musicales, el BAFICI proyectará La Habana de Fito (Juan Pin Vilar, Cuba) donde el cantante reflexiona sobre la historia musical y política de la isla, no sin privarse de algunas críticas; Bajo el sol del rocanrol (Mónica Simoncini y Omar Neri), retrato poético y psicodélico de Jorge Pistocchi, fundador de Expreso imaginario y organizador del festival Pan Caliente en plena dictadura; Cenizas y diamantes, la película de Don Cornelio y La Zona (Ricky Piterbarg), fiel al legado de Palo Pandolfo; Desinteligencia artificial (Gastón Olmos), sobre la banda indie 107 Faunos; y otro rescate emotivo de altísimo voltaje: Adiós Sui Generis (Bebe Kamin), el registro de las dos funciones históricas de Charly García y Nito Mestre de 1975 en el Luna Park ante 30.000 personas.