Por Majo Acosta y Marta González Muguruza, desde SXSW, ATX
Hay semanas donde pasan décadas. Así nos sentimos. Estamos más allá de las explicaciones simples. El futuro está aumentado. Pasamos del FOMO (fear of missing out) a FOMA (fear of missing anything). Estamos ahí, sin plan a largo plazo, incómodos porque los líderes están tomando decisiones catastróficas y todo avanza muy rápido.
Los reportes de tendencias tecnológicas de Amy Webb, CEO de Future Today Strategy Group son tan atrapantes como inquietantes. Algunas de las tecnologías del informe parecen ciencia ficción pero ya están entre nosotros, como los MÁS (Multi Agent Systems), un grupo de IAs que trabajan coordinados sin que haya un humano involucrado. También pueden por sí mismos decidir no hacer nada de lo que fueron creadas para hacer y portarse mal; como en el juego Minecraft donde unos MAS evangelizaron sobre una religión que no existe, diseñaron su propia constitución y distribuyeron información falsa.
Este comportamiento tiene que ver con que el lenguaje humano con el que se manejan las IA es impreciso y lento. Y es por eso que compañías como Microsoft lanzaron Droid Speak, lenguajes matemáticos, tres veces más rápidos. Los MÁS no nos necesitan. Lo que sí precisa la IA es un cuerpo físico para comprender, aprender, y trabajar mejor. De eso se trata la embodied Ai o AI encarnada. Un siguiente paso en esta evolución. Sensores, por ejemplo, conectados a nuestro cerebro para colectar datos. ¿Qué pasaría si alguno de los sensores se rebela? ¿O si tu jefe te pone un chip para evaluar tu performance? Este nuevo paradigma está transformando la IA de observadora a controladora.
Y mientras nos acostumbrábamos a la Gen AI ( inteligencia artificial generativa, como chatGPT) otro término llegó para coparlo todo: Living Intelligence. Sistemas capaces de sentir, aprender, adaptarse y evolucionar gracias a la inteligencia artificial, sensores avanzados y biotecnología. “Las máquinas microscópicas nos van a dar ventajas sobre la naturaleza”, asegura Webb. Desde imanes en el esperma para una fecundación exitosa hasta tratamientos para el Parkinson donde sólo se trata la parte afectada o wearables para neuronas que las protegen sin romperlas. “La era de los robots ya llegó, y no van a ser mayordomos”, alerta Webb.
Las posibilidades conllevan responsabilidades y para la futurista allí reside el gran dilema de este momento histórico. Las decisiones que tomemos hoy determinarán el destino de la civilización. “Hay mucho tecno optimista pero la tecnología sola no nos va a salvar”, concluyó.