Por Pablo Corso para RP. Cuando la victoria de Joseph Robinette Biden Jr. sobre Donald John Trump era un hecho consumado, el hombre más rico del mundo abrió su cuenta de Instagram y apuró un posteo celebratorio. “La unidad, la empatía y la decencia no son características de una era obsoleta”, escribió Jeff Bezos junto a una foto del presidente electo y su vice Kamala Harris, en resplandeciente blanco y negro. “Al votar en un número récord, el pueblo estadounidense demostró una vez más que tenemos una democracia fuerte”.
El mensaje condensaba el alivio y la revancha de las Big 5 tecnológicas. El presidente saliente las había tratado mal, pero no tan mal. Mientras las degradaba por Twitter, su valor de mercado explicaba casi todo el aumento del Standard & Poor’s 500, el índice bursátil más importante de Wall Street. Biden, alertaba Trump, estaba “comprado y financiado por las grandes compañías mediáticas y tecnológicas (…) Son sus dueños y lo controlan”. En algo tenía razón: sus principales donantes privados de campaña habían sido Alphabet (la empresa madre de Google), Microsoft, Amazon, Facebook y Apple.
Sin embargo, el cambio de signo político y cultural que supone el triunfo demócrata presenta algunos claroscuros para las Big 5. Los anuncios de Rusia, Pfizer y Moderna sobre la efectividad de sus vacunas sacudieron a los mercados. “De golpe, los campeones de la era de «quedarse en casa» -desde Zoom hasta Netflix y Amazon- lucían menos invencibles”, planteó Business Insider el 11 de noviembre. “Los perros de la pandemia salieron de la hibernación, listos para festejar”. Quizá un poco exagerado, pero los números no mentían. Las acciones del sitio de críticas de restaurantes Yelp subieron un 19%; las de la app de transporte Lyft, el 26%.
El fantasma del monopolio
Un día antes, la Comisión Europea había anunciado la apertura de una investigación antimonopólica por la forma en que Amazon usa los datos de sus vendedores asociados para beneficiarse en las estrategias de retail. Las preocupaciones de Margrethe Vestager -comisaria europea de Competencia- se centran en la información que la empresa acumuló sobre más de 800 mil vendedores activos en la Unión Europea, cubriendo más de un billón de productos, para alimentar y optimizar su algoritmo. “En otras palabras, este es un caso sobre big data”, resumió.
Si la compañía perdiera una eventual demanda -el riesgo más inquietante que haya sufrido en sus 26 años-, podría ser multada con el 10% de sus ingresos: 28 billones de dólares. “Con Amazon amenazada en Europa, Bezos necesita un amigo”, razona Business Insider. “Pero no está claro que Biden tenga los mismos sentimientos cálidos hacia él”.
Si el demócrata cumple su promesa pre-electoral, el primer día de su presidencia anulará los recortes de impuestos con que Trump había beneficiado a las grandes corporaciones; una suba en las tasas del 21% al 28%. Aún así, podrían seguir arreglándoselas para pagar cero dólares en impuestos federales, gracias a vacíos legales y exenciones tributarias. Un análisis de la cadena NBC y el Centro para la Integridad Pública demostró que, bajo la presidencia del magnate, Amazon, Netflix y Chevron no tributaron en todo 2018. Pero Biden se mostró firme: la compañía de Bezos “debería empezar a pagar sus impuestos” y “le importa un bledo” lo grande que sean las evasoras.
Quisiera ser grande
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, Amazon sólo vendía libros. Bezos, el fundador, había hilado un razonamiento lógico: “La categoría libros contiene más elementos que cualquier otra. Había más de tres millones disponibles y las librerías más grandes solo tenían 50 mil”. Después llegaron la música y los videos. Y cuando un cliente le comunicó su deseo de encontrar en el sitio algo tan sencillo -pero tan específico- como escobillas limpiaparabrisas, todo cambió. “Podemos vender cualquier cosa”, se dijo Bezos. Y entonces empezó a vender todo.
El emporio Amazon hoy vale 1,67 billones de dólares: más de cuatro veces el PBI de la Argentina. Por Amazon pasan cuatro de cada 10 dólares que se venden por e-commerce en EE.UU., en búsqueda de productos supera a Google y canaliza ventas de más de tres millones de proveedores, precisa Infobae.
Su servicio de almacenamiento en la nube guarda información de las empresas más grandes del mundo, la CIA y el Pentágono. Amazon Prime Video compite con Netflix en producción y streaming. Bezos también experimenta con The Washington Post, una institución periodística que busca modernizar, y siente una debilidad por Blue Origin, competidor de SpaceX en la nueva carrera espacial. Como Elon Musk, tiene un costado notoriamente egomaníaco: se imagina como el arquitecto -acaso el salvador- de un futuro en el que los humanos abandonamos la Tierra para conquistar las estrellas.
Algunas de esos logros, fracasos y ambiciones están compilados en Invent & Wander (algo así como “Crear y divagar”), el libro de Harvard Business Press con una selección de los discursos, cartas a los accionistas, entrevistas y presentaciones que evidencian sus principios y convicciones para la vida y los negocios. Todo recién graduado, dijo en la Universidad de Princeton, debería plantarse ante dicotomías como la inercia o la pasión, el dogma o la originalidad, la comodidad el servicio y la aventura, la apuesta segura o el riesgo, el cinismo o la iniciativa. Si en un par de décadas genera 1,67 billones de dólares, sabrá que consiguió igualar a su maestro.