Por Pablo Corso. Forjado en el punk y en estudios de filosofía que no llegó a completar, Rick Rubin (Long Island, 1963) potenció su pasión musical con el hip hop. El objetivo era traducir la intensidad de los shows al ambiente controlado del estudio, donde fue cimentando la mezcla que lo haría célebre: un foco blindado y una apertura permanente hacia el artista, bajo el precepto “hacelo vos mismo”. Así firmó discos decisivos como Raising Hell de Run-DMC o License to Ill de los Beastie Boys, a los que siguieron obras cumbre de artistas tan diversos como Johnny Cash, Red Hot Chili Peppers, Tom Petty, Jay Z, Adele, Lady Gaga y Metallica.
Hoy es un gurú barbado y sereno, con una fama bien ganada de sabio moderno. Su despliegue de filosofía zen, mindfulness avanzado y un enciclopedismo multi-disciplinar le permite difundir un corpus al mismo tiempo accesible y profundo, que a veces amaga con el lugar común pero siempre se redime en frases iluminadoras.
De eso se trata El acto de crear (Diana / Planeta),una guía para quienes traen algo nuevo al mundo, generando y recombinando, abrevando en fuentes internas y externas. Amante de la intuición y de la espiritualidad, del sol y de todas las criaturas vivientes, Rubin piensa en los músicos y en su obra, pero sus consejos son válidos para todas las personas que necesitan -y celebran- la creatividad en todos los ámbitos de la vida.
1 Sintonización. Todos somos antenas del pensamiento creativo. Algunas transmisiones nos llegan altas y claras, otras son más débiles (…) ¿Cómo captar una señal que no se oye ni se puede definir? El secreto está en no buscarla (…) Creamos un espacio despejado que permite su entrada. Un espacio tan distinto del estado sobresaturado en el que viven nuestras mentes que funciona como un vacío capaz de absorber las ideas que el universo pone a nuestra disposición. No es tan difícil acceder a este tipo de libertad como pueda parecer. Todos nacemos con esa capacidad. Cuando somos chicos experimentamos muchas menos interferencias entre las ideas que recibimos y su interiorización.
2 Enfoque. Practicar es corporizar el enfoque de un concepto. Nos ayuda a generar la mentalidad deseada. Cuando repetimos el ejercicio de abrir los sentidos a lo que hay, estamos más cerca de vivir en un estado de apertura constante. Creamos un hábito. Una rutina por la cual la conciencia expandida constituye nuestra forma de estar en el mundo (…) Podemos establecer un programa diario y comprometernos a realizar rituales específicos en momentos concretos del día o la semana. No hace falta que sean gestos espectaculares. Los pequeños rituales marcan una gran diferencia (…) La consciencia necesita reiniciarse sin cesar.
3 Inmersión. Desarrollar la consciencia es una decisión que podemos tomar en cualquier momento (…) Se trata de aprender y experimentar fascinación y sorpresa sin cesar. Con el fin de potenciar este instinto, planteate sumergirte en el canon de las grandes obras. Leé la mejor literatura, mirá las obras maestras del cine, familiarizate con las pinturas más influyentes, visitá obras arquitectónicas relevantes (…) El objetivo no es aprender a imitar la grandeza, sino calibrar nuestro medidor interno de esplendor, de modo que estemos en una posición mejor para tomar la infinidad de decisiones que conducirán a nuestra propia gran obra.
4 Inconsciente. Hay una abundante reserva de información de alta calidad en el inconsciente, y buscar vías de acceso puede brindarnos nuevo material al que recurrir. La psique participa de una sabiduría universal más profunda que los pensamientos de la mente consciente (…) Llevar un diario de sueños nos puede resultar útil. Dejá un lápiz y un cuaderno junto a la cama, y en cuanto despertés, empezá a escribir de inmediato con tanto detalle como puedas (…) Cuanto más seguido hagas este ejercicio, una mañana tras otra, más fácil te resultará recordarlos (…) Otra herramienta útil es el azar; o, más exactamente, el azar aparente, por cuanto podría existir cierto orden en planos que escapan a nuestra comprensión.
5 Distracción. Podemos dejar que un problema se resuelva en el fondo de la consciencia en lugar de hacerlo en la zona frontal de la mente. De esa forma lo tenemos presente, a la vez que llevamos a cabo una tarea sencilla que no tiene relación con él. Algunos ejemplos son conducir, caminar, nadar, ducharse, lavar los platos, bailar o cualquier actividad que se pueda realizar en piloto automático. En ocasiones el movimiento físico también activa las ideas (…) La distracción no es procrastinación. La procrastinación socava de manera sistemática nuestra capacidad de crear. La distracción es una herramienta al servicio del trabajo.
6 Probar y terminar. Los experimentadores son proclives a soñar y a jugar. Les resulta más difícil terminar y lanzar la obra. Los finalizadores (…) avanzan con rapidez hacia el final con una claridad instintiva. Les interesa menos explorar las posibilidades y alternativas que ofrecen las fases de experimentación y construcción. Ambos pueden aprender del otro. A los finalizadores les vendría bien dedicar más tiempo a las primeras fases. Componer más allá del mínimo requerido, experimentar con otros materiales, consideraciones y perspectivas (…) A los experimentadores les ayudará completar una parte de la obra. Podría ser un dibujo, una canción o el capítulo de un libro (…) El conocimiento que obtenemos al terminar las otras partes suele ser la clave que necesitamos para vencer obstáculos anteriores.
7 Filtrar y confiar. Si cierto ritual o superstición ejerce un efecto positivo en el trabajo del artista, merece la pena conservarlo (…) No hay una hora adecuada, una estrategia correcta ni un equipo imprescindible (…) Tu camino es único y te pertenece (…) Eso no significa que tengas que rechazar la sabiduría de los demás. Recibila con inteligencia. Probala para ver cómo te va. Incorporá lo que te resulte útil y desechá lo demás (…) Buscá el método que te ayude a generar más ideas, aplicalo y renunciá a él cuando deje de resultarte útil. No hay maneras incorrectas de crear.